martes, 19 de octubre de 2010
Apertura de las actividades Eucarísticas
Tras el silencio que el estío y problemas personales han sometido a nuestro blog, reanudamos la actividad del mismo, aprovechando para recordaros la Eucarsitía mensual de la Hermandad con exposición y reserva posterior de Su Majestad, que tendrá lugar el jueves 21 de octubre a las 19:00h en la SIC La Merced. En breve confío veáis los frutos de diversos proyectos puestos en marcha.
Un cordial saludo
sábado, 5 de junio de 2010
Homilía segundo día de Triduo Sacramental
- un canto: "Cantemos al Amor de los amores"
- una profesión de fe: "Dios está aquí"
- invitación: "Venid adoradores, adoremos a Cristo Jesús"
jueves, 3 de junio de 2010
Homilía primer día de Triduo Sacramental
miércoles, 2 de junio de 2010
Extracto de la Homilía de la Clausura del Congreso Eucarístico
"La Eucaristía, que actualiza la entrega de Jesús por el mundo entero, nos lleva a que cada uno de nosotros sea también 'pan partido' para el servicio de todos, y a construir un mundo más justo, más fraterno. Nos invita a comprometernos con todos nuestros hermanos para afrontar los desafíos actuales y para hacer de la tierra un lugar en el que se viva bien, como hermanos en Cristo".
En su homilía indicó luego que "el Papa Benedicto XVI nos ha recordado también que no podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos".
Así, recordó que Jesús en el Cenáculo instituyó la Eucaristía bajo las especies del pan y del vino. "Aquella transformación era el inicio de muchas otras: la primera, la de cada uno de nosotros en el Pan de vida que recibimos. A partir de ahí, la transformación del mundo, para que llegue a ser un mundo de resurrección, un mundo de Dios, para alabanza y gloria de la Santísima Trinidad, en cuya Solemnidad clausuramos este Congreso", agregó.
El Cardenal Angelo Sodano propuso que, en la conclusión del Congreso Eucarístico, se mire la Eucaristía "como una epifanía del amor de Dios, contemplando, adorando y agradeciendo al Señor por esta continua presencia suya en medio de nosotros". "Es éste también el mensaje que os envía, por medio mío, el Santo Padre Benedicto XVI", añadió.
"La presencia de Dios en medio de nosotros se realiza de varios modos, pero es en la Eucaristía donde encuentra su forma más alta y para celebrar esta divina presencia se realizan los Congresos Eucarísticos en nuestras comunidades eclesiales, a nivel internacional y nacional, como estamos haciendo hoy en Toledo, en el corazón de esta histórica comunidad cristiana de España", afirmó.
En este sentido, recordó que el Patrono de los Congresos Eucarísticos es precisamente un Santo español: San Pascual Bailón, "hombre de una profunda devoción eucarística, que caracteriza toda su espiritualidad". "El testimonio de fe en la Eucaristía de parte de este gran Santo de España ha permanecido siempre vivo en la Iglesia hasta nuestros días", aseveró.
Asimismo, señaló que "el Señor ha querido quedarse con nosotros como pan de vida. "Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura. En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo", dijo.
Por último, "para recorrer tan ambicioso itinerario" propuso recurrir a la intercesión de la Madre de Dios: "tú María, ayúdanos a santificar nuestras vidas y ayúdanos en nuestra misión para anunciar a todos los hombres de buena voluntad el Evangelio de la esperanza, confiados en la continua presencia del Señor en el corazón del mundo, seguros de la perenne validez de su promesa", concluyó.
Reflexiones sobre la Santa Misa
sábado, 29 de mayo de 2010
CORPUS CHRISTI, DÍA DE CARIDAD
miércoles, 26 de mayo de 2010
ITINERARIO Y DETALLES DE LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI
de Jean Auguste Ingres. 1854
Museo d'Orsay
Nuestra Señora
del Santísimo Sacramento,
gloria del pueblo cristiano,
gozo de la Iglesia universal,
ruega por nosotros
y concede a todos los fieles
verdadera devoción
a la Sagrada Eucaristía,
siendo dignos de recibirla
cada día.
miércoles, 19 de mayo de 2010
¿Por qué la Eucaristía es un Sacramento?
La recepción de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunión significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y así, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, guarda razón de sacramento. Jesús al instituir la Eucaristía le confiere intrinsecamente el valor sacramental pues a través de ella Él nos transmite su gracia, su presencia viva. Por ello, la Eucaristía es el más importante de los sacramentos, de donde salen y hacia el que van todos los demás, centro de la vida litúrgica, expresión y alimento de la comunión cristiana.
Sacramento de Unidad. Al referirnos a la Eucaristía como Comunión, estamos proclamando nuestra unión entre todos los cristianos y nuestra adhesión a la Iglesia con Jesús. Por ello, la Eucaristía es un sacramento de unidad de la Iglesia, y su celebración sólo es posible donde hay una comunidad de creyentes.
Sacramento del amor fraterno. La misma noche que Jesús instituyó la Eucaristía, instituyó el mandamiento del amor. Por lo tanto, la Eucaristía y el amor a los demás tienen que ir siempre juntos. Jesús instituye la Eucaristía como prueba de su inmenso amor por nosotros y pide a los que vamos a participar en ella, que nos amemos como El nos amó. Y, en este sentido, la Eucaristía tiene que estar necesariamente atencedido por el Sacramento de la Reconciliación pues el recibir el "alimento de vida eterna" exige una reconciliación constante con los hermanos y con Dios Padre.
El misterio eucarístico, desgajado de su propia naturaleza sacrificial y sacramental, deja simplemente de ser tal. No admite ninguna imitación "profana", que se convertiría muy fácilmente (si no incluso como norma) en una profanación. Esto hay que recordarlo siempre, y quizá sobre todo en nuestro tiempo en el que observamos una tendencia a brrar la distinción entre "sacrum" y "profanum", dada la difundida tendencia general (al menos en algunos lugares) a la desacralización de todo.
En tal realidad la Iglesia tiene el deber particular de asegurar y corroborar el "sacrum" de la Eucaristía. En nuestra sociedad pluralista, y a veces también deliberadamente secularizada, la fe viva de la comunidad cristiana -fe consciente incluso de los propios derechos con respecto a todos aquellos que no comparten la misma fe- garantiza a este "sacrum" el derecho de ciudadanía. El deber de respetar la fe de cada uno es al mismo tiempo correlativa al derecho natural y civil de la libertad de conciencia y de religión.
Los ministros de la Eucaristía deben por tanto, sobre todo en nuestros días, ser iluminados por la plenitud de esta fe viva, y a la luz de ella deben comprender y cumplir todo lo que forma parte de su ministerio sacerdotal, por voluntad de Cristo y de su Iglesia.
lunes, 17 de mayo de 2010
CONVOCATORIA DE TRIDUO Y FUNCION PRINCIPAL CORPUS
“Tantum ergo Sacramentum Veneremur Cérnui”
El Excmo. Cabildo Catedral de Huelva,
Parroquia de Nuestra Señora de
Canónicamente establecida desde tiempos fundacionales en
Consagran en honor y gloria del
SANTÍSIMO SACRAMENTO
Durante los días 3, 4 y 5 de junio de 2010,
En
SOLEMNE TRIDUO
Comenzando a las 20:00 horas,
Ocupando
El muy Ilustre D. Baldomero Rodríguez Carrasco,
Vicario Episcopal General;
El muy Ilustre D. Juan Mairena Valdayo,
Prelado de Honor de S.S. y Deán de la S.I.C.; y
El muy Ilustre D. Daniel Valera Hidalgo,
Vicario Episcopal para la Transmisión de la Fe, Canónigo de la S.I.C., Párroco de Nuestra Sra. de la Merced y Santiago Apostol y Director Espiritual de nuestra Hermandad.
El domingo 6 de junio, Solemnidad del Cuerpo y Sangre de
Nuestro Señor Jesucristo, a las 9:00 horas, en
SOLEMNE PONTIFICAL
Presidida por el
Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Vilaplana Blasco,
Obispo de la Diócesis de Huelva.
A la finalización
PROCESIÓN CON SU DIVINA MAJESTAD
sábado, 15 de mayo de 2010
Historia del Corpus
A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.
Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.
Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.
Papa Urbano IV
El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.
Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.
El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.
Altar el milagro
El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.
Luego, según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.
La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.
Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.
La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.
En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.
Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
sábado, 8 de mayo de 2010
Eucaristía y Catecismo
Estimados hermanas y hermanos,
llegado este momento previo a la celebración del Corpus Christi, quisiera hacer un monográfico en el que se trataran los aspectos dogmáticos, históricos y folklóricos de la fiesta del Corpus Christi. Por ello comienzo con un extracto del catecismo cristiano sobre la Eucaristía.
Espero que nos ayude a profundizar en estos días previos al Corpus.
La Santa Misa
Jesús quiso dejar a la Iglesia un sacramento que perpetuase el sacrificio de su muerte en la cruz. Por esto, antes de comenzar su pasión, reunido con sus apóstoles en la última cena, instituyó el sacramento de la Eucaristía, convirtiendo pan y vino en su mismo cuerpo vivo, y se lo dio a comer; hizo participes de su sacerdocio a los apóstoles y les mandó que hicieran lo mismo en memoria suya.
Así la Santa Misa es la renovación del sacrificio reconciliador del Señor Jesús. Además de ser una obligación grave asistir a la Santa Misa los domingos y feriados religiosos de precepto -a menos que se esté impedido por una causa grave-, es también un acto de amor que debe brotar naturalmente de cada cristiano, como respuesta agradecida ante el inmenso don que significa que Dios se haga presente en la Eucaristía.
¿Qué es la Eucaristía?
Es el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino. Por medio de la consagración, el sacerdote convierte realmente en su cuerpo y sangre el pan y vino ofrecido en el altar.
¿Qué es la Santa Misa?
Es la renovación sacramental del sacrificio de la cruz.
¿La Santa Misa es el mismo sacrificio de la Cruz?
Si, la Santa Misa es el mismo sacrificio de la Cruz, pero sin derramamiento de sangre, pues ahora Jesucristo se encuentra en estado glorioso.
¿Quién puede celebrar la Santa Misa?
Solamente los sacerdotes pueden celebrar la Santa Misa, pues solo ellos pueden actuar personificando a Cristo, cabeza de la Iglesia.
¿Cuáles son los fines por los que se ofrece la Santa Misa?
Los fines por los que se ofrece la Santa Misa son cuatro: adorar a Dios, agradecerles sus beneficios con pedirle dones y gracias, y satisfacer por nuestros pecados.
La Santa Comunión
La Eucaristía es también banquete sagrado, en el que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas.
La Comunión es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros mismos Jesucristo vivo, verdadero Dios y verdadero hombre, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y también lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al sacrificio de Jesús sea completa.
Es muy importante recibir la Primera Comunión cuando se llega al uso de razón, con la debida preparación.
¿Qué es la Santa Comunión?
La Sagrada Comunión es recibir al mismo Jesucristo presente en la Eucaristía.
¿De qué modo está presente Jesucristo en la Eucaristía?
Jesucristo está en la Eucaristía verdadera, real y sustancialmente presente, todo entero, vivo y glorioso, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo cada una de especies y bajo cualquier parte de ellas.
¿La Hostia consagrada es una "cosa"?
No, la Hostia consagrada no es una "cosa", aunque lo parezca; es una Persona Divina, es Jesús vivo y verdadero.
¿Quién puede comulgar?
Puede comulgar el que está gracia de Dios, guarda el ayuno eucarístico y sabe a quién va a recibir.
¿En qué consiste el ayuno eucarístico?
Consiste en abstenerse de tomar cualquier alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción del agua y de las medicinas. Los enfermos y sus asistentes pueden comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior.
¿Cuándo se debe recibir la primera comunión?
Se debe recibir cuando se comienza a tener uso de razón, lo cual se supone a partir de los siete años; habiendo recibido previamente la preparación oportuna y el sacramento de la penitencia.
¿Qué pecado comete el que comulga en pecado mortal?
El que comulga en pecado mortal comete un grave pecado llamado sacrilegio.
¿Qué debe hacer el que desea comulgar y se encuentra en pecado mortal?
El que desea comulgar y se encuentra en pecado mortal no puede recibir la Comunión sin haber acudido antes al sacramento de la Penitencia, pues para comulgar no basta el acto de contrición.
martes, 6 de abril de 2010
SEMANA SANTA 2011
San Agustín Dixit
«En los años anteriores, el Señor, celebrando
la Pascua, comió el cordero pascual inmolado
por los judíos. Pero una vez que hubo predicado
el Evangelio, Él mismo se convirtió
en el Cordero de Dios»
«¿Quién es el que celebra la Pascua
sino quien cree en Aquel que ha padecido
en la tierra, para reinar con Él en el cielo?»
San Agustín (siglo IV)
La alegría de la Pascua
Queridos hermanos y hermanas:
La Pascua de la Resurrección del Señor es la fiesta principal de los cristianos. En ella, celebramos el triunfo de Jesucristo sobre el pecado y la muerte. En la Pascua somos invitados a vivir una vida nueva, alentados por la presencia del Resucitado, que vive para siempre.
Es tiempo para felicitarnos y vivir la alegría de pertenecer a la comunidad de los discípulos del Señor Resucitado. “Somos el pueblo de la Pascua; Aleluya es nuestra canción”, son palabras de un himno que repetiremos en estos cincuenta días del tiempo pascual.
¿Qué consecuencias tiene esto para la vida del creyente? La primera es que el encuentro con el Señor Resucitado provoca una profunda alegría. “Los discípulos se alegraron al ver al Señor”, nos dice el Evangelio. El mismo Señor saluda a las mujeres que encontraron el sepulcro vacío con la expresión “¡Alegraos!”. A pesar de las dificultades de las persecuciones, los primeros cristianos y también nosotros, hemos de conservar la alegría característica del cristiano auténtico, pues nada ni nadie podrán separarnos del amor de Cristo que está con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”. El Papa Benedicto XVI nos recuerda que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida”. Éste es el encuentro con el Resucitado, fuente de nuestra alegría.
Una segunda consecuencia es que la Pascua rehace a las personas y a la comunidad. La Pasión del Señor fue una prueba durísima para los discípulos, que experimentaron su fragilidad y dejaron solo al Maestro en el momento de la prueba; algunos pensaron que todo había terminado y, sumidos en la tristeza y la desesperanza, se dispersaron.
La experiencia del encuentro con el Señor devolvió a Pedro la posibilidad de decirle: “Tú sabes que te quiero”. Los discípulos de Emaús sintieron arder su corazón cuando Jesús –peregrino en el mismo camino- les explicó el sentido de su muerte. Ellos le reconocieron “al partir el pan” y regresaron a la comunidad para compartir la Buena Noticia: “es verdad, ha resucitado el Señor”. También nosotros, abrumados por los problemas y los agobios que hemos de afrontar, perdemos muchas veces la esperanza y nos alejamos de la comunidad creyente para refugiarnos en nuestro propio yo, en el individualismo que nos aísla. La Pascua es tiempo de renacer y de reencontrarse con la comunidad cristiana. Es una ocasión para renovar nuestros compromisos bautismales y para acompañar a los nuevos miembros de la Iglesia, que se incorporan a ella por el Bautismo, crecen con la Confirmación y se sientan por primera vez al banquete de la Eucaristía.
Es mi deseo, queridos hermanos y hermanas, que no perdamos la oportunidad que nos ofrece la Pascua para revitalizar nuestra vida cristiana, tanto personal como comunitariamente. Esta renovación tendrá un fruto precioso: el amor mutuo. La comunidad de los discípulos del Resucitado tiene siempre esta señal: “mirad cómo se aman”. Cuando esta verdad impregna la vida, todo cambia.
¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!
+ José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva
lunes, 22 de febrero de 2010
CARTA DE CUARESMA 2010
“Estrenad un corazón nuevo”
“Estrenad un corazón nuevo” (Ez 18, 31). Con estas palabras del profeta Ezequiel, que llama a la conversión y al arrepentimiento, deseo comenzar el mensaje de la Cuaresma 2010, invitándoos a todos a dejaros transformar por la misericordia entrañable de nuestro Dios.
Durante el tiempo de Cuaresma repetiremos con frecuencia la palabra“penitencia” -“actos penitenciales, hermandades de penitencia, etc. ...-, pero debemos detenernos y reflexionar sobre su contenido y su mensaje. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores, “el saco y la ceniza”, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas” ( nº 1430). Y continúa diciendo: “la penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado...”( nº 1431). Éste debe ser el deseo fundamental para vivir la Cuaresma, que nos prepara para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, renaciendo a una nueva vida con Él.
Como bien sabéis, estamos celebrando un Año sacerdotal, con motivo del 150 aniversario de la muerte de un Santo sacerdote, el Cura de Ars. Éste, que ayudó a miles de personas a encontrarse con la misericordia de Dios en el sacramento de la Penitencia, decía: “Para recibir el sacramento de la penitencia son necesarias tres cosas. La fe, que nos revela a Dios presente en el sacerdote. La esperanza que nos hace confiar en que Dios nos otorgará la gracia del perdón. La caridad, que nos lleva a amar a Dios y que inculca en nuestro corazón el dolor de haberle ofendido”. Este sacramento está poco valorado en nuestra sociedad y, lo que es más lamentable, entre muchos cristianos. El Señor lo ha instituido para curar las heridas de nuestros pecados y ofrecernos la posibilidad de “nacer de nuevo”. Procuremos tomar en serio la bondad del Señor, que acoge a los pecadores y nos renueva con su gracia.
Pido al Señor nos conceda redescubrir la maravilla de este sacramento, en el que Él nos concede el perdón y la paz.
Os hago, a todos, para esta Cuaresma, tres propuestas:
-Escuchar con especial atención la Palabra de Dios que se proclama en los Domingos de Cuaresma, haciéndoos la pregunta: ¿qué me quiere decir el Señor?
-Recibir el sacramento de la Penitencia, preparándolo debidamente con un buen examen de conciencia y con el propósito firme de avanzar en el seguimiento de Cristo.
-Ayudar con mayor generosidad a los hermanos más pobres, de cerca o de lejos; el que disponga de bienes materiales, compartiéndolos con aquellos que están más necesitados por la crisis o por desgracias de cualquier tipo; y el que tenga menos recursos, dedicando tiempo a acompañar a los que están solos o enfermos.
No perdamos la oportunidad que nos ofrece este tiempo de gracia, en el que Dios quiere darnos un corazón nuevo, semejante al de su Hijo Jesucristo.
Con mi afecto y bendición.
✠ José Vilaplana Blasco
Obispo de Huelva
Fuente: www.diocesishuelva.es