lunes, 14 de marzo de 2011

Carta Pastoral de Mons. Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva, con motivo de la Cuaresma.

Mis queridos hermanos y hermanas: 

Al comenzar la Cuaresma, os invito a vivir este tiempo como redescubrimiento de nuestro Bautismo. Lo hago en sintonía con el Papa Benedicto XVI, que ha centrado su mensaje cuaresmal en esta frase de San Pablo:“Con Cristo sois sepultados en el Bautismo; con Él también habéis resucitado” (cf. Col 2, 12).
Obispo de Huelva

La Cuaresma nos conduce hacia la Pascua, hacia la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Este es el acontecimiento fundamental de nuestra fe cristiana. Creemos que Cristo murió por nuestros pecados, ofreciendo por nosotros su sangre en la Cruz. Creemos que Cristo resucitó al tercer día y nos hizo participar de su victoria sobre el pecado y la muerte.

La celebración de la Pascua nos ayuda a renovar nuestra fe y a vivirla participando en la Muerte y Resurrección del Señor. No somos espectadores de este acontecimiento, somos partícipes: al recibir nuestro Bautismo fuimos sepultados con Cristo, muriendo al pecado, para resucitar con Él, compartiendo su misma vida, una vida nueva. Fuimos revestidos de Cristo y se nos impuso una vestidura blanca


Cada año, al finalizar la Cuaresma, en la solemne Vigilia Pascual, la Iglesia nos invita a renovar las promesas bautismales y a vivir la alegría de asociarnos a Cristo resucitado que nos rejuvenece y nos permite vivir como auténticos discípulos suyos. Nos dice el Papa en el referido mensaje: “El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.”

La Cuaresma nos prepara para esta renovación. Es tiempo de conversión, de cambio, de renuncia a todo aquello que no es digno del nombre de cristiano. Es tiempo de “entrenamiento” para cumplir lo que el nombre de cristiano significa.

Dejémonos guiar por la Palabra de Dios, escuchada especialmente en la Eucaristía dominical, y, a su luz, preguntémonos: ¿he mantenido limpia mi vida como la vestidura blanca que recibí, o hay demasiadas manchas que la afean? Pidamos a Dios que nos purifique acogiendo la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia.

Preguntémonos también: ¿mi vida como discípulo de Cristo se diferencia en algo del que no lo es? ¿hay signos en mi vida en los que doy testimonio de que soy cristiano? Pidamos al Señor que, intensificando nuestra oración, limosna y ayuno, nos asemejemos más a Cristo: oración para conocerle más y lograr una mayor intimidad con Él; limosna para compartir con más generosidad con los hermanos necesitados; y ayuno absteniéndonos de todos aquellos vicios y apegos que no nos dejan avanzar por el camino de la santidad.

La participación en el “gesto solidario”, que cada año venimos haciendo como Iglesia diocesana, y que este año tiene como objetivo preparar una casa digna para atender a los que carecen de hogar, nos permitirá poner en medio de nuestra sociedad un signo de amor y esperanza.

Que la Virgen María, siempre cercana a la Cruz del Señor, nos acompañe en este camino cuaresmal y nos enseñe a ser fieles.

Con mi afecto y bendición. 
✠ José Vilaplana Blasco.Obispo de Huelva

martes, 19 de octubre de 2010

Apertura de las actividades Eucarísticas

Queridos Hermanos,
Tras el silencio que el estío y problemas personales han sometido a nuestro blog, reanudamos la actividad del mismo, aprovechando para recordaros la Eucarsitía mensual de la Hermandad con exposición y reserva posterior de Su Majestad, que tendrá lugar el jueves 21 de octubre a las 19:00h en la SIC La Merced. En breve confío veáis los frutos de diversos proyectos puestos en marcha.
Un cordial saludo

sábado, 5 de junio de 2010

Homilía segundo día de Triduo Sacramental

En la tarde de ayer, ofició el segundo día de Triduo Sacramental nuestro Director Espiritual, D. Daniel Valera Hidalgo, el cuál profundizó en la festividad del Corpus, que el cristiano ha de celebrar con gratitud como respuesta a la promesa que Cristo nos hizo "he aquí que estaré con vosotros", para lo que instituyó la Eucaristía, convirtiéndola en el Corazón de la Iglesia. Desde entonces, la Eucaristía es la fuente, el centro y la cumbre de la Iglesia. ¡Esta es nuestra expectativa! Y por eso estamos aquí. "Sin la Eucaristía no podemos vivir".
Estas raíces están profundamente arraigadas en nuestro pueblo, a pesar del secularismo que nos invade, expresándolo de modo admirable en nuestro folklore con un canto, que además es profesión de fe y y una invitación:
  1. un canto: "Cantemos al Amor de los amores"
  2. una profesión de fe: "Dios está aquí"
  3. invitación: "Venid adoradores, adoremos a Cristo Jesús"
Y es la profesión de fe de Dios está aquí, la certeza de una presencia misteriosa, que no se ve pero se siente, que nos recuerda que el Dios de nuestra fe es un Dios cercano, próximo, que es Padre, que nos envió a su Hijo, nuestro Hermano, que con el Espíritu Santo son vida absoluta, sin el cuál nada adquiere verdadera relevancia dentro de la fe.
La presencia del Emmanuel, no sólo es un misterio de fe, si no que es prenda de la esperanza y fuente de amor, de y para Cristo y nuestros hermanos.
Por eso ante Él nos preguntamos ¿qué tenemos que hacer? y la respuesta nos la dio Cristo , participar de Él en el misterio de la Eucaristía (Tomad y Comed ...), hablar con Él regularmente en el Sagrario, dónde haremos el "ad oratio" romano (conversar), que nosotros conocemos como "adoración" dónde aprenderemos escuchándole; y fortalecidos con su Cuerpo e iluminados por la adoración, lanzarnos al mundo como testigos de Su amor, transmisores de su Evangelio salvífico.
En todo este periplo, no olvidemos el saber acompañarnos de María, Mujer Eucarística, al ser la primera en compartir en Cuerpo y Sangre al Hijo de Dios.

Daniel Valera Hidalgo
Director Espiritual

jueves, 3 de junio de 2010

Homilía primer día de Triduo Sacramental

En el día de hoy se ha celebrado en la SIC el oficio del primer día de Triduo para la preparación de la Festividad del Corpus, a cargo del Ilustre D. Baldomero Rodríguez Carrasco.
Bajo el título "La Eucaristía, celebración de la comunidad cristiana", D. Baldomero nos ha centrado el guión de su disertación en el aspecto celebrativo, por encima de las otras dimensiones teológicas de la Eucaristía, ya que la Santa Misa es la celebración central de la comunidad cristiana.
Y como tal celebración, hay que considerar su expresión en una triple línea: como misterio celebrado por la Iglesia, como celebración Pascual y como expresión de la Comunión eclesial.

La Eucaristía, misterio celebrado por la Iglesia.

La Eucaristía es celebración antes que sacramento para estar en el Sagrario, es la celebración de la Salvación por mediación del sacrificio que se magnifica en el ara del altar, verdad y heredad de la que la Iglesia es beneficiaria y que a gala celebra en memorial del Señor y de su Palabra: "Haced esto en mi memoria". Como celebración es comunitaria, ya que toda la Iglesia se hace presente, aunque no esté presente el pueblo, pues con la comunión (común unión), todos nos convertimos en Cuerpo y Sangre de Cristo. Y como toda celebración es festiva, celebramos nuestra salvación, la salvación del mundo.

La Eucaristía, celebración Pascual.

La Eucaristía es la actualización del misterio Pascual: muerte y resurrección de Cristo. Por tanto, las dos grandes celebraciones son la anual de la Vigilia Pascual y la semanal en el Día del Señor, el Domingo. Es tarea primordial desde el punto de vista pastoral, redescubrir la Misa dominical como celebración central de la vida cristiana personal, como celebración de la vida familiar cristiana, de niños, de jóvenes y adultos, y como celebración de la comunidad parroquial.

La Eucaristía, expresión de comunión eclesial.

Celebrar la Eucaritía como comunión eclesial exige vivir en comunión, habiendo celebrado previamente la reconciliación con Dios y con la comunidad y, expresar la comunión, es decir, vencer todos las trabas de todos los individualismos y sectarismos dentro de la Iglesia, superando toda división de la misma. Tiene un sentido de clesialidad, es decir de apertura a laq Iglesia universal; un sentido de diocesaneidad, de apertura a la Diócesis, de trabajar en y por la misma en unidad al Obispo; y un sentido de comunidad parroquial, sentido de familia, superando todo individualismo y protagonismo, adoptando un sentido de colaboración apostólica de la parroquia.

Conclusión

La Eucaristía es una celebración que compromete, celebrarla es hacerla realidad en la propia vida.

Baldomero Rodríguez Carrasco
Vicario General de la Diócesis de Huelva

miércoles, 2 de junio de 2010

Extracto de la Homilía de la Clausura del Congreso Eucarístico

El Cardenal Angelo Sodano, Legado Pontificio y decano del Colegio Cardenalicio, invitó ayer en la celebración de la Santa Misa con la que se clausura el 10° Congreso Eucarístico Nacional en la Catedral Primada de Toledo a divulgar el mensaje de Jesús para construir "un mundo más justo, más fraterno". "Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera", señaló.
"La
Eucaristía, que actualiza la entrega de Jesús por el mundo entero, nos lleva a que cada uno de nosotros sea también 'pan partido' para el servicio de todos, y a construir un mundo más justo, más fraterno. Nos invita a comprometernos con todos nuestros hermanos para afrontar los desafíos actuales y para hacer de la tierra un lugar en el que se viva bien, como hermanos en Cristo".
En su homilía indicó luego que "el
Papa Benedicto XVI nos ha recordado también que no podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos".
Así, recordó que Jesús en el Cenáculo instituyó la Eucaristía bajo las especies del pan y del vino. "Aquella transformación era el inicio de muchas otras: la primera, la de cada uno de nosotros en el Pan de
vida que recibimos. A partir de ahí, la transformación del mundo, para que llegue a ser un mundo de resurrección, un mundo de Dios, para alabanza y gloria de la Santísima Trinidad, en cuya Solemnidad clausuramos este Congreso", agregó.
El Cardenal Angelo Sodano propuso que, en la conclusión del Congreso Eucarístico, se mire la Eucaristía "como una epifanía del amor de Dios, contemplando, adorando y agradeciendo al Señor por esta continua presencia suya en medio de nosotros". "Es éste también el mensaje que os envía, por medio mío, el Santo Padre
Benedicto XVI", añadió.
"La presencia de Dios en medio de nosotros se realiza de varios modos, pero es en la Eucaristía donde encuentra su forma más alta y para celebrar esta divina presencia se realizan los Congresos Eucarísticos en nuestras comunidades eclesiales, a nivel internacional y nacional, como estamos haciendo hoy en Toledo, en el corazón de esta histórica comunidad cristiana de España", afirmó.
En este sentido, recordó que el Patrono de los Congresos Eucarísticos es precisamente un Santo español: San Pascual Bailón, "hombre de una profunda devoción eucarística, que caracteriza toda su espiritualidad". "El testimonio de fe en la Eucaristía de parte de este gran Santo de España ha permanecido siempre vivo en la Iglesia hasta nuestros días", aseveró.
Asimismo, señaló que "el Señor ha querido quedarse con nosotros como pan de vida. "Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura. En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo", dijo.
Por último, "para recorrer tan ambicioso itinerario" propuso recurrir a la intercesión de la Madre de Dios: "tú María, ayúdanos a santificar nuestras vidas y ayúdanos en nuestra misión para anunciar a todos los hombres de buena voluntad el Evangelio de la esperanza, confiados en la continua presencia del Señor en el corazón del mundo, seguros de la perenne validez de su promesa", concluyó.

Reflexiones sobre la Santa Misa

LA EUCARISTIA
Es misterio
Es sacramento
Es sacrificio
Como misterio, se cree
Como sacramento, se recibe
Como sacrificio, se ofrece.
Se propone al entendimiento como misterio.
Se da al alma como alimento
Se ofrece a Dios como homenaje
Como misterio, anonada.
Como sacramento, alimenta
Como sacrificio, redime.
Como misterio, es admirable.
Como sacramento, es deleitable.
Como sacrificio, es inefable.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es presencia real.
Como sacrificio, alimenta.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es sabrosísimo.
Como sacrificio, es valiosísimo.
Como misterio, debo meditarlo.
Como sacramento, debo gustarlo.
Como sacrificio, debo apreciarlo sobre todo.
Es misterio de fe.
Debo creerlo.
Es sacramento de amor.
Debo amarlo.
Es sacrificio de Dios.
Debo confiar en él.
Como misterio se esconde.. en el Sagrario
Como sacramento, alimenta.. es convite, es Comunión.
Como sacrificio, se inmola... es víctima.. es la Santa Misa.
¡Oh Misterio Adorable! El Sagrario será mi refugio.
¡Oh Sacramento Dulcísimo! Comulgar será mi mayor deseo.
¡Oh Sacrificio Estupendo! La misa será mi prioridad de vida.

sábado, 29 de mayo de 2010

CORPUS CHRISTI, DÍA DE CARIDAD

Carta de D. Daniel Valera Hidalgo, nuestro Director Espiritual

Nos disponemos a celebrar con gran alegría y gratitud la fiesta del Corpus Christi: la exaltación y el reconocimiento del Cuerpo y la Sangre del Señor. El gran signo de un amor que se entrega y un amor que se queda.
Es un amor que se acerca. Puede sentir su calor y su intimidad. Se acerca, superando distancias espaciales. Está ahí, compañero de camino en la mesa de la fraternidad.
Es un amor que se queda. Está ahí un día y otro para alimentarnos y fortalecernos, en el camino de la Fe.
Es un amor que se entrega. Dónde el amor alcanza su máxima intensidad. El pan que se parte y el vino que se ofrece es el signo profético de una vida donada: un Cuerpo roto y una Sangre derramada por amor.
Es un amor que se comparte. Está hecho para ser alimento de todos. Está dispuesto a multiplicarse, para que nadie muera de necesidad. Pura generosidad.
Es un amor que une, pero no sólo a Dios con el que lo come, si no a todos entre sí.
Es un amor que sirve. Humilde, dispuesto a ayudar a lo que haga falta, incluso a lavar los pies. Por eso ha quedado no para ser servido si no para servir.
Es un amor que salva. Porque alimenta, fortalece, libera y cura. Es a la vez alimento y medicina. Es, incluso, alimento de la inmortalidad.
Es un amor que perdona. Que prefiere la misericordia al sacrificio y renueva la amistad ...
La fiesta del Corpus Christi, de este año 2010, siempre, pero más aún ahora que padecemos una grave crisis socio-económica, ha de ser la fiesta de la Caridad, de la Solidaridad.
Por eso, es la hora de compartir. El problema es que estamos convencidos de lo que hay que hacer, pero no lo hacemos. Este día te invita a ser consecuente con lo que crees. Si tienes que compartir, comparte; si tienes que servir, sirve; si tienes que compadecer, compadece; si tienes que perdonar, perdona; si tienes que luchar por la justicia, lucha; si tienes que amar, ama.
Tienes ante ti un abanico impresionante de posibilidades en la práctica de la Caridad. Porque caritativo es el que hace suyos los problemas de los demás. Caritativo es el que comparte su pan con el hambriento y su capa con el que tiene frío. Caritativo es el que acoge y ayuda al inmigrante y no se contenta con lamentar las miserias del mundo. Caritativo es el que entrega parte de su salario para ofrecer un signo de amor a los que carecen de lo indispensable. Caritativo es el que crea en las actuales circunstancias un puesto de trabajo, aunque no le salgan redondas las cuentas. Caritativo es el que acompaña al enfermo o al anciano el tiempo que sea necesario, sin mirar el reloj.
Hay, en fin, muchas maneras de ser caritativos y solidarios: siempre que salimos de nosotros mismos y nos acercamos al otro; cuando ayudamos a resolver un problema por pequeño que sea, cuando luchamos por la justicia y asumimos un compromisos social; cuando trabajamos con espíritu de servicio.
Y todo esto, ¿por qué? Porque el Sacramento de la Eucaristía no lo podemos separar del mandamiento de la caridad. No se puede recibir o adorar el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre o sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o enfermos. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: la Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres.

Daniel Valera Hidalgo
Director Espiritual