jueves, 3 de junio de 2010

Homilía primer día de Triduo Sacramental

En el día de hoy se ha celebrado en la SIC el oficio del primer día de Triduo para la preparación de la Festividad del Corpus, a cargo del Ilustre D. Baldomero Rodríguez Carrasco.
Bajo el título "La Eucaristía, celebración de la comunidad cristiana", D. Baldomero nos ha centrado el guión de su disertación en el aspecto celebrativo, por encima de las otras dimensiones teológicas de la Eucaristía, ya que la Santa Misa es la celebración central de la comunidad cristiana.
Y como tal celebración, hay que considerar su expresión en una triple línea: como misterio celebrado por la Iglesia, como celebración Pascual y como expresión de la Comunión eclesial.

La Eucaristía, misterio celebrado por la Iglesia.

La Eucaristía es celebración antes que sacramento para estar en el Sagrario, es la celebración de la Salvación por mediación del sacrificio que se magnifica en el ara del altar, verdad y heredad de la que la Iglesia es beneficiaria y que a gala celebra en memorial del Señor y de su Palabra: "Haced esto en mi memoria". Como celebración es comunitaria, ya que toda la Iglesia se hace presente, aunque no esté presente el pueblo, pues con la comunión (común unión), todos nos convertimos en Cuerpo y Sangre de Cristo. Y como toda celebración es festiva, celebramos nuestra salvación, la salvación del mundo.

La Eucaristía, celebración Pascual.

La Eucaristía es la actualización del misterio Pascual: muerte y resurrección de Cristo. Por tanto, las dos grandes celebraciones son la anual de la Vigilia Pascual y la semanal en el Día del Señor, el Domingo. Es tarea primordial desde el punto de vista pastoral, redescubrir la Misa dominical como celebración central de la vida cristiana personal, como celebración de la vida familiar cristiana, de niños, de jóvenes y adultos, y como celebración de la comunidad parroquial.

La Eucaristía, expresión de comunión eclesial.

Celebrar la Eucaritía como comunión eclesial exige vivir en comunión, habiendo celebrado previamente la reconciliación con Dios y con la comunidad y, expresar la comunión, es decir, vencer todos las trabas de todos los individualismos y sectarismos dentro de la Iglesia, superando toda división de la misma. Tiene un sentido de clesialidad, es decir de apertura a laq Iglesia universal; un sentido de diocesaneidad, de apertura a la Diócesis, de trabajar en y por la misma en unidad al Obispo; y un sentido de comunidad parroquial, sentido de familia, superando todo individualismo y protagonismo, adoptando un sentido de colaboración apostólica de la parroquia.

Conclusión

La Eucaristía es una celebración que compromete, celebrarla es hacerla realidad en la propia vida.

Baldomero Rodríguez Carrasco
Vicario General de la Diócesis de Huelva

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